Cuando se emprende se corre el riesgo de fracasar. Emprender es un proceso muy complejo. Cada nueva obra es diferente y costosa, no hay recetas exactas que nos garanticen el éxito, pero justo por esta complejidad es decisivo tomar todas las precauciones factibles para intentar llegar a un buen destino.
Acerca del inicio y la finalidad del permítanme compartir con vosotros una cuestión. La pregunta sería: ¿Qué es lo importante, iniciar el viaje o el puerto a donde se llega?
Yo diría, os digo, que el viaje es tan solo el comienzo, lo importante es el fin. Soy consciente de que puedo parecer muy pragmático, poco sensible, como si ignorara la belleza de andar y andar sin importar a donde ir, la riqueza del aprendizaje de las experiencias vividas aun cuando sean negativas. Nada más lejos de la verdad, aprecio la toma de decisiones y el movimiento, pero no hablamos de un paseo con consecuencias relativamente intranscendentes, cuando nos referimos a emprender, se trata de invertir dinero, muchas veces ahorros de años, incluso prestamos que generan deudas y deudas que pueden esquilmar la felicidad. Relatamos empeños y esfuerzos de gran magnitud, horas y horas de trabajo, posiblemente grandes sacrificios en busca de un objetivo.
Emprender significa comenzar una obra, un negocio y hacerlo sostenible, mantenerlo en el tiempo. Emprender implica soñar, crecer, aprender, solo que puede tener un coste, que en algunos casos resulta muy alto. Hay que decidirse a viajar y disfrutar del camino, pero tomando todas las medidas posibles para intentar alcanzar la meta. El viaje puede estar plagado de obstáculos, cubierto de trabas y de malos momentos, por lo que hay que tener claro a donde se quiere llegar y si es posible conocer cómo llegar. Será difícil, pero es posible.
Muchas personas lo han logrado. Tu entorno está lleno de negocios fundado por emprendedores que han conseguido hacer estable la obra que iniciaron. También es verdad que el índice de fracaso de nuevos negocios es aterrador, más razón para elegir cuidadosa y adecuadamente el proyecto y prepararse para liderarlo y guiarlo hacia el crecimiento y la estabilidad.
Es cierto, si emprendemos un negocio y tenemos que abandonar, podemos aprender de la experiencia negativa. Es posible convertir un fracaso en una oportunidad de aprendizaje y crecimiento. Si un viaje no sale bien, aprendemos, nos preparamos y volvemos a partir. A base de perseverancia se atraviesan mares y océanos, pero lo ideal, lo eficaz y en muchos casos lo prudente es llegar en el primer viaje. Sobre todo, si no se cuenta con los recursos necesarios para retomar otros caminos.
No existen fórmulas para garantizar el éxito de una empresa, pero si hay conocimientos, experiencias y buenas prácticas que ayudan a preparar el viaje, a planificarlo y tomar decisiones ante las dificultades. Se puede aprender de las vivencias de otros emprendedores, escuchar sus consejos y adaptar sus recomendaciones a la particularidad de cada negocio. Se aprende de los expertos, de los profesionales que han dedicado años al estudio y análisis de comportamientos y tendencias de los mercados y las empresas, de aquellos que han contestado su valía acompañando a personas que han emprendido antes que tú, asesorándolos, compartiendo sus logros y sus reveses.
Personalmente animo a todo el que lo esté deseando a emprender su propio viaje, pero me atrevería a sugerirle, casi exigirle, que lo planifique, que se prepare, que se forme, que tome todas las medidas posibles para incrementar las posibilidades de llegar a buen puerto.
Desde mi experiencia, y con el ánimo de contribuir a allanar en alguna medida el abrupto camino del emprendimiento, me atreveré a dar algunos consejos que espero puedan resultarles útiles a todo el que tiene una idea y se dispone a llevarla a la práctica.
Calcula bien cuanto estás dispuesto a arriesgar. Te lo diré de un modo coloquial: “no te lances con todo” sin medir las consecuencias. Debes saber cuánto puedes o estás dispuesto a perder tanto como que harás con todo lo que ganes. ¿Pesimismo?. No, prudencia. Aun cuando con frecuencia escuchamos: este negocio es mi vida, tu vida y tu felicidad vale más que cualquier negocio.
Está muy bien que no pongas límite a tus sueños, al esfuerzo, a la perseverancia, pero mide bien hasta dónde puedes poner en juego todo lo que tienes o lo que te han prestado. Emprender es una tarea difícil, es posible constituir una empresa nueva y llegar a ser competitivo y sostenible, pero existen muchos riesgos y una probabilidad significativa de fracaso.
Enfócate. Una vez que hayas determinado las características de tu negocio y la estrategia a seguir debes centrarte en alcanzar la ventaja competitiva que hará que tu empresa sea viable en el tiempo. No debes cambiar de objetivo ante la primera dificultad o dejarte fascinar por servicios y productos supuestamente ganadores que no estén relacionados con tu negocio. Se flexible, adaptándote a los cambios y necesidades del entorno pero sin perder de vista los fundamentos de tu empresa. Es necesario que los clientes identifiquen tu marca y la asocien a determinados productos y servicios.
Sé paciente. Todo proceso que genera valor necesita un tiempo de desarrollo. Cuando se emprende un negocio es necesario pasar por diferentes fases, debes estar dispuesto a esperar y preparado para resistir. Las prisas pueden llevarte a abortar o saltarte etapas imprescindibles para que tu empresa se posiciones y gane clientes. El nacimiento de un negocio está asociado a una serie de pasos y pruebas que te permitirán escalar los procesos y mejorar los resultados hasta ser competitivo. Es cierto que hay sectores donde se puede crecer más rápidamente que en otros, pero en cualquier caso te llevará tiempo lograr que la empresa sea rentable.
Prioriza. Intenta conocer aquello que pide el cliente, lo que más impacto tendrá y priorízalo. Siempre habrá cosas que puedes hacer, pero todo cuesta, en ello incluyo tu tiempo, y no siempre se cuenta con los recursos suficientes. Invierte en los sistemas, procesos y procedimientos que mayor impacto tiene en la satisfacción de tu cliente. No invierta en lo que a ti te gusta o prefieras. Claro está, para ello debes conocer a tu cliente tanto como a tu negocio.
Decide lo que debas decidir hoy, pero piensa en mañana. No tomes decisiones como si el mañana no existiera. En muchas ocasiones nos dejamos llevar por las circunstancias del momento y no apreciamos los sucesos en toda su magnitud y complejidad. Cuando estés solucionando un problema que te afecta en ese instante, reflexiona en las consecuencias que puede generar mañana la solución que empleas hoy.
También debes medir el impacto de las medidas que tomas, surgirán dificultades que necesitan una respuesta inmediata, no dilates la decisión, pero analiza si la salida que propones es duradera o si solo estás “poniendo un parche”.
Se creativo a la vez que planificado. La creatividad no está reñida con la planificación, hay que saber hacia dónde se va para determinar los aspectos que se deben mejorar. Pon la creatividad en función de aquellos objetivos que quieras alcanzar. Ser creativo no significa necesariamente tener una idea cada diez minutos, sino aplicar ideas originales en la solución de problemas y en la generación de un valor. La planificación te permite crear espacios para fomentar la creatividad y seleccionar los procedimientos, procesos, servicios o productos en los que quieres ser creativo.
Aprende de la experiencia de otros. No solo aprendemos de las experiencias que vivimos en primera persona, se puede aprender de los fracasos y los éxitos de otros, es una buena forma de multiplicar las vivencias y ahorrar tiempo. Si analizas a la competencia y a otros emprendedores y negocios con aspectos similares podrás reproducir y mejorar aquellas prácticas que han resultado exitosas y evitar las que no han funcionado. Cada emprendedor y todo negocio son diferentes, no existen fórmulas que garanticen los mismos resultados en casos disimiles pero si hay principios, procedimientos, y acciones que pueden funcionar de manera análoga y aportar efectos similares, sobretodo en entornos equivalentes.
Te aseguro que siempre hay algo que aprender que te puede ser útil y que todas las personas pueden enseñarte algo nuevo.
Forma a tu equipo. Si quieres contar con un equipo de personas competentes que estén en condiciones de aportar calidad a tu negocio, proporcionales formación. Las competencias constituyen la base del rendimiento y una vía para motivar y comprometer a los miembros de tu equipo. Sin la formación necesaria para realizar las funciones asignadas a cada puesto de trabajo no hay buena productividad. Para gestionar bien tus recursos selecciona las competencias que debes priorizar en cada puesto y las funciones que en cada momento son más importantes según los objetivos y la estrategia de tu negocio. Te aseguro que la formación bien planificada es una inversión no un gasto. Tengo una frase que suelo utilizar cuando converso con un directivo o un emprendedor que niega la importancia de la formación en la empresa y la describe como un gasto elevado. La utilizo con cierta ironía e intención de provocar una reflexión al respecto: si usted cree que la formación es cara, pruebe con la ignorancia.
Confía en ti y se positivo. La forma en que pienses marcará tus actos, si crees que puedes emprender un negocio y hacerlo crecer lo intentarás muchas veces y no te rendirás ante el primer obstáculo, te esforzarás continuamente y buscarás alternativas para cada impedimento, incrementando las posibilidades de llegar a la meta. Si crees que no puedes, no podrás. Se positivo, resalta los aspectos positivos de cada situación y celébralos. No lamentes excesivamente las malas decisiones, aprende de ellas y aplica las enseñanzas para evitar que se reiteren los errores. Reconfórtate con los logros, aun cuando sean pequeños. Paso a paso alcanzarás tus objetivos.
Rodéate de personas optimistas, que confíen en ti y en tu proyecto, que sean críticas pero que te animen, apoyen y ayuden a construir tu obra.
Toma distancia. Puede resultar paradójico, pero considero que en ocasiones para entender un tema complejo, resolver una situación problemática o tomar ciertas decisiones, ayuda alejarse del escenario o entorno donde se genera el conflicto. Con frecuencia la propia intensidad de los hechos y su magnitud nos impide tener una visión general y acertada de lo que está ocurriendo. Créate el hábito de salir del interior de tu negocio, fuera de tu oficina, con cierta frecuencia para observarlo todo desde lejos, reflexionar, y medir tus actos y sus consecuencias. Tomate un tiempo de relajación y cambia el rol de protagonista por el de espectador. Cuando nos distanciamos del problema, podemos desembarazarnos de los intereses y emociones asociados del mismo, y observarlo todo con mayor objetividad y serenidad. El proverbio, no dejes que los arboles te impidan ver el bosque, puede resultar eficaz.
Sé un líder. El máximo responsable de tu proyecto eres tú. Debes guiar al equipo y al negocio a buen puerto. Mantente bien despierto para que cumplas tus sueños, trabaja y motiva para que trabajen. Aplica adecuadamente la política de premios y sanciones, la disciplina y la motivación no están reñidas, pueden ir de la mano. Determina las funciones de los miembros de tu equipo y los objetivos que deben alcanzar. Es muy importante que cada uno de ellos sepa que tareas debe realizar, con qué medios cuenta, que se espera de su trabajo y que recibirá a cambio. Analiza los resultados y determina las áreas de mejora, implica y compromete a todo el equipo en la mejora continua.
Genera un entorno laboral de bienestar donde todos quieran y puedan aportar. Promueve y facilita valores y hábitos que hagan que tu negocio crezca. Si no eres un líder, fórmate, aprende a influir en los que te rodean para que remen en la misma dirección que tú.
Ten claro hasta dónde quieres llegar. Así como debes saber cuánto puedes o quieres arriesgar en tu emprendimiento, también es recomendable que determines hasta dónde quieres llegar, cuál es tu finalidad y el destino de tu negocio. Pregúntate por qué has emprendido, algunas de las razones pueden ser: fundar la empresa “de tu vida”, ayudar a otros, auto emplearte, vender y volver a emprender, crecer si es posible hasta constituir un gran grupo de empresas y ser líder en el sector, etc. La estrategia a seleccionar y muchas de las decisiones que tomarás estarán marcadas en gran medida por el objetivo que persigas. Cuantas personas empleas, cuantas líneas o áreas constituyes, posible solicitud de préstamos, búsqueda de inversores, expandirte a otros mercados, estabilizarte y no crecer, crecer lo más rápido posible, estas son algunas de las cuestiones que probablemente tendrás que afrontar. Es cierto que en muchas ocasiones según vaya el negocio se van determinando las metas y las respuestas a las problemáticas anteriores, pero es trascendente para el negocio y para ti determinar dónde está el puerto al que deseas llegar y plantear la estrategia adecuada y eficaz que te conduzca al mismo.
Antes de determinar el destino, el camino que tomarás y la velocidad a la que quieres llegar, te sugiero que definas con la mayor exactitud posible que es para ti el éxito.
(tomado del libro Estrategias y Modelos de Negocio. Casos prácticos y una guía para emprendedores. Escrito por Enrique Piñero).